jueves, 18 de mayo de 2017

¡Qué bien está!

Buenas tardes:

Hace unos días que reflexiono sobre cómo nos explicamos a nuestros hijos sobre el mundo en general.
No recuerdo cómo era mi mundo con dos años, quizá ni siquiera con algunos más, aunque estoy convencido de que poco o nada se parecería al mundo tal y como lo veo ahora.
Quiero decir que vamos creando nuestros puntos de vista, así como desarrollando las nociones de lo que está bien o mal en función de la sociedad en la que vivimos, de la familia que tenemos, del colegio al que asistimos, incluso de los círculos de amistades en los que nos movemos. De este modo nuestra perspectiva de lo que está bien y lo que está mal va evolucionando a lo largo de nuestra vida, y el punto de vista de nuestros hijos sobre eso es muy diferente al nuestro.
Por supuesto que nosotros los adultos, tenemos que mostrar a nuestros hijos nuestro punto de vista, transmitirles nuestros valores, si lo hacemos de acorde a ellos será la verdadera forma en la que seremos coherentes y nos ganaremos su respeto, no mediante imposición, que más bien suele ser miedo, sino mediante la coherencia.
Ayer escuchaba, ¡qué bien lo has hecho!, ¡casi no te has salido!... a ver papá, te voy a contar cómo lo veo yo:
"Según tú debería haberlo hecho como pone en el dibujo, pero según yo, me estaba divirtiendo, estaba creando y experimentando el efecto que se produce si aprieto mucho la pintura y si la aprieto poco, estaba mirando a mi compañero de enfrente y riéndonos mucho sin saber por qué y estaba haciendo varias cosas mas, pues apenas voy a cumplir 3 años, de modo que, sin dudar que eso que tu me dices es una especie de cumplido condescendiente porque tu lenguaje denota que no estás del todo orgulloso de lo que he hecho, para mí y teniendo en cuenta el contexto, he realizado una obra de arte prácticamente, Quizá no haya hecho caso del todo a esos límites que son las líneas que me quiere imponer la sociedad y que seguramente entre ella y vosotros, mis padres a los que adoro, acabaréis consiguiendo, pero es que quizá, aunque no os resulte del todo cómodo, tengo una personalidad que agradezco que me ayudéis a modelar, pero prefiero que no queráis cambiar mi esencia, lo verdaderamente genial y genuino que, como todo niño, tengo dentro de mi.
No me digas que me porte bien, por favor, mi forma de entender el portarse bien es muy diferente a la tuya, dame instrucciones más concretas, dime lo que no quieres que haga y sobre todo, dime lo que quieres que haga, el cómo irá impregnado de mi toque personal. Si a ti no te convence te agradezco que me ayudes a ver esas otras posibilidades, que yo quiero conocer de ti, de la persona a la que quiero y con la que me identifico, pero con la que no me puedo comprometerme a hacer siempre aquello que desde el punto de vista del adulto está bien, de hecho, creo que me equivocaré montones de veces, que haré muchas cosas a mi manera, que no será la tuya, y que seguiré aprendiendo e intentando entender aquellas cosas que según vosotros, los adultos, están bien o mal y os parecen importantes o no según el día que llevéis, la prisa que tengáis o el contexto en el que nos encontremos".

Pues bien, estoy seguro de que a nuestros hijos, les encanta sentirse queridos y les encanta sentir nuestra aprobación en las cosas que hacen, por el mero hecho de hacerlas, por esforzarse, por intentarlo. Y sí, claro que necesitan que les corrijamos, que les orientemos, que les pongamos ciertos límites y les ayudemos a entender los convencionalismos de la sociedad en la que vivimos, claro que lo necesitan, pero también estoy convencido de que los términos de bien o mal son mucho más amplios y mas complicados de lo que les utilizamos habitualmente.

Ahora voy a buscar un vídeo que vi hace un par de meses y que tiene que ver con lo que estamos hablando, con el adoctrinamiento al que nos somete la sociedad y con las posibilidades que, sin olvidarnos de donde vivimos, tenemos como personas libres que somos y que seguro que queremos que los sean nuestros hijos.

Una cosa antes de despedirme, alguna vez has dicho algo, has propuesto algo y ¿alguien te ha dicho que es un tontería?, pues seguramente a los niños no les guste que cuando ellos se están tomando algo muy a pecho les digamos que eso que hacen, que eso que están sintiendo, es una tontería, seguramente para nosotros lo sea, muchas de las cosas que les pasan a los niños y por las que ellos lloran, de las que ellos se enamoran, son para nosotros, desde el punto de vista de adultos, auténticas tonterías, pero puede para ellos en ese momento sea lo más importante que ha pasado en su vida, ¿realmente piensas que eso es un tontería?

Feliz día,

Jairo del Caño




jueves, 9 de febrero de 2017

Efecto Pigmalión

Hola a todos:

Sabéis que me encanta escribir aquí y que lo que preciso para hacerlo es estar centrado e ilusionado con lo que hago.
En estos días vuelvo por aquí porque quiero hablaros del llamado "Efecto Pigmalión". No se si todos habéis oído hablar de ello, al final de la entrada os pondré un anuncio que habla de ello claramente.

¿Cuántas veces decimos cosas de los niños de forma repetitiva?
Cosas como: es un bicho, eres malo, no se entera de nada, es muy tímido, eres un desobediente...
Este tipo de comentarios en muchas ocasiones van haciendo una muesca en la autoestima de nuestros hijos, y normalmente nosotros no nos damos ni cuenta.
Muchas veces hacemos ese tipo de comentarios negativos proyectando nuestros prejuicios, nuestras expectativas no cumplidas, en nuestra forma de hablar con o de nuestros hijos o alumnos.
Son estos comentarios lo que van haciendo mella en nuestros pequeños, a veces sentimos que cuanto mas se lo decimos mas lo hacen... y sí, seguramente así sea, porque si continuamente le estamos diciendo a nuestro hijo que no puede estarse quieto, es muy posible que este acabe comportándose como tal, como un niño que no puede estarse quieto. Porque estamos creando esa realidad en él, estamos haciendo que vea que es así.
Cuántas veces le decimos a los pequeños "te vas a caer" y repetimos: " te vas a caer" y así varias veces hasta que finalmente se acaba cayendo y nuestra respuesta es : ¡Ves! ¡Te lo dije!.
Puede que el niño no llegue a caerse, a lo mejor es más sencillo el recorrido que nuestro miedo, pero ya le hemos creado esa imagen, he creado esa realidad que el ni siquiera tenía prevista, y de este modo es posible que llegue a caerse, será mucho mas probable que se caiga que si no nos hubiésemos empeñado en hacerle ver reiteradamente que se puede caer, algo que, seguramente, el no contemplaba.
Sin embargo, continuando con el mismo ejemplo, es muy problable que si no solo no le decimos que se puede caer, sino que le animamos a que lo haga, a que avance en su recorrido, estamos creando mentalmente la realidad de que lo va a conseguir, le estamos ayudando a creer que lo puede lograr, le estamos animando con nuestra confianza. Y si se cayese (a veces las cosas no salen ni aun así), le tenderemos la mano para que se levante.
Es un ejemplo sencillo y puede que ahora estés pensando que se puede abrir la cabeza, pero si lo piensas bien, seguramente la mayoría de las veces que limitamos algo a los niños, el riesgo para su salud no es mucho y sin embargo el beneficio que les hacemos cada vez que ellos sienten que confiamos, que apoyamos lo que están haciendo, merecerá la pena.
La primera vez que mi hijo fue solo a la panadería, se me hizo eterno, y tuve que insistirle para que lo hiciera porque le daba miedo. Yo esperaba en casa inquieto a que lo hiciese, pero en ningún momento dudé de que pudiese hacerlo y si lo hice procuré con todo mi interés que no se me notase. me mostré convencido de que era bueno para el y de que además era una gran suerte que ya pudiese hacer ese tipo de cosas el solo... bueno pues la satisfacción de haberlo conseguido, el hecho de haber superado ese pequeño escollo, crea un antes y un después en su forma de afrontar los pequeños retos cotidianos

Sin embargo, y como podemos extraer del ejemplo anterior, cuando nosotros les hacemos ver que pueden, que lo van a disfrutar, que lo van a conseguir... les estamos ayudando a que lo hagan y especialmente les estamos ayudando a ser personas, personitas en muchos casos aun, que van forjando su personalidad y sobre todo que van fortaleciendo su autoestima. Y en eso les ayudamos fundamentalmente nosotros con nuestras actitudes y con nuestros comentarios, como también lo hacemos al contrario.

Con todo esto no quiero decir que en algún momento no nos enfademos e incluso dejemos salir de nuestra boca comentarios poco adecuados, por suerte somos muy humanos y pese a que intentamos hacerlo muy bien, pese a que somos padres motivados como dice Carles Capdevila, a veces podemos rebosar y estallar. Por eso vamos siendo conscientes de la importancia de nuestras formas de comportarnos con ellos e intentado mejorarlas.

Te propongo confiar en los pequeños, si les dejamos un poco de espacio y no les cortamos las alas es muy probable que vuelen bastante mas alto de lo que habríamos imaginado. Recuerda que la educación de los niños es una carrera da fondo.

El efecto Pigmalión de las palabras


miércoles, 26 de octubre de 2016

Una y nos vamos

Buenas tardes:

Hoy paso por aquí a comentar con vosotros una frase que escucho con frecuencia a los padres y madres cuando quieren irse a casa, cambiar de sitio y sus hijos están entretenidos con algo. 
La verdad es que la idea de explicarles la duración de la estancia y el tiempo que les queda para que nos vayamos es muy buena idea, es una forma de orientarle y de que sean conscientes de lo que está ocurriendo y de cuándo va a ser el siguiente paso, algo que recomiendo y de lo que estoy a favor.
A veces, y esto incluso nos ayuda  a la hora de fijar el tiempo de las comidas, de los deberes, etc., el hecho de saber que la actividad que estamos realizando tiene un momento concreto en el que acaba, nos ayuda mucho a que ellos sepan exactamente lo que va a ocurrir y así también les estamos dando la capacidad de decidir como quieren comportarse. 

Ahora viene lo realmente importante, es que si decimos una y nos vamos, tiene que ser una y nos vamos, si a la una en punto se acaba la hora de la comida, ha de ser a la una en punto, de manera que ellos sepan exactamente lo que ocurre cuando cumplen y cuando no, las expectativas que tenemos sobre ellos.

En cualquier caso, y esto es lo maravilloso aunque a veces a nosotros nos incomode, ellos pueden decidir si hacer lo que les estamos pidiendo o no. de este modo se van haciendo responsables de sus actos desde bien pequeños, de manera que estamos contribuyendo a educar personas con voluntad propia, con capacidad de decisión, en un clima de coherencia.

Eso sí, es fundamental para que todo lo dicho sirva de algo, el que nosotros actuemos con coherencia también, es decir, si hemos advertido que una más, deberá ser eso, una más, no valen unas pocas más o bueno hoy es un día especial entonces una mas realmente no significa eso, sino que tengo ganas de irme ya y entonces te digo eso para que te vayas haciendo a la idea de que se acerca el momento, pero ese una puede ser una vez, una docena o hasta una centena en ocasiones.

Esto nos vale para tirarse por el tobogán, para ver un serie en televisión, jugar una partida en la consola, leer un cuento o todo aquello que se os ocurra y que como padres en algún momento decidimos que ha sido suficiente. Podemos estar más acertados o menos, como siempre en esta complicada labor, pero es fundamental que seamos coherentes con lo que decimos.

Como hemos hablado otras veces, esto nos da credibilidad, esto nos hace merecedores de respeto dado que nosotros somos los primeros que respetamos lo que decimos y actuamos con contingencia al respecto.

Si decimos una más, nuestro hijo lo entiende y aun así no nos hace ni caso (os puede sonar la situación), tenemos varias opciones, ¿cuál eliges tu?
- Podemos hacernos los tontos
- Podemos no fijar una norma si no estamos seguros de cumplirla.
- Podemos actuar si no se cumple lo que hemos establecido (cogemos al niño de la mano y nos lo llevamos, aunque a él no le pareciese bien)
- Podemos repetir la instrucción varias veces, de manera que el una más se convierta en una más cada vez.
- Podemos justificar el que no estemos cumpliendo con cualquier excusa que se nos ocurra en ese momento (ha llegado alguien, voy a mandar un mensaje, o cualquier otra cosa).
- Podemos seguir inventando opciones...

Te dejo que tu pienses, reflexiones sobre esto que seguramente te habrá ocurrido, veas cómo has reaccionado y decidas si la próxima vez te gustaría hacerlo del mismo modo o probar con otra diferente.

Muchas gracias por leerme, estos pequeños detalles del día a día pueden tener mucha más importancia de la que normalmente les damos.

Feliz tarde

Jairo

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Hablar de lo que pasa.

Ya estoy de vuelta. Ha sido un verano intenso de reflexión, observación y diversión.
Una de las cosas que he observado es que los niños de cualquier país o cultura responden de un mismo modo si reciben unos estímulos similares. Es decir, como ya he hablado en otras entradas influye mucho la coherencia con la que tratemos con ellos. Da igual Holanda, Francia o Andorra, si somos consecuentes, ellos lo saben, si no lo somos, ellos lo saben tambien.
Después de esta introducción hoy quería hablaros de cómo les contamos a los niños las cosas que pasan, de cómo afrontamos con ellos los conflictos que tenemos los adultos y que, queramos o no, les acaban repercutiendo a ellos también. Hablo de problemas económicos, laborales, separaciones, fallecimietos... y tengo una máxima para esto, "la verdad os hará libres".
Con esto no quiero decir que sea fácil decirle a nuestros hijos que tendrán que dejar la música porque no lo podemos pagar, que su padre y su madre no van a volver a estar juntos en lo que hasta ahora era su hogar, o que ha fallecido su mascota a la que nunca van a volver a ver. Quiero decir que es mejor, siempre dentro de una lógica, afrontar y ayudar a aceptar a nuetros hijos aquellas cosas que ocurren y que no está en nuestra mano cambiar.
Muy importante ser claros, pero con un lenguaje adecuado a su edad, de manera que ellos lo puedan entender, trataremos de inventar lo menos posible y de ajustarnos lo mas posible a la realidad.
Es decir, si algo ya no va a volver a ser, ha muerto nuestro hamster, partimos desde esa realidad, no especulamos con cosas que no van a pasar, podemos suavizar la realidad, podemos omitir algún detalle escabroso y sobre todo, creo que aquí está la clave, intentar no impregnar demasiado lo que ocurre de verdad con nuestros miedos, sentimientos o frustraciones. No debemos pasarnos cargando nuestra historia real con nuestro dolor, nunca debemos intentar utilizar a nuestros hijos como canales.
Habrá siempre preguntas más difíciles que otras, pero antes de mentir o de inventar podemos pactar dejarlo para otro momento, o símplemente podemos permitirnos no saber la respuesta.
Como ya hemos hablado somos el referente de nuestros hijos, el espejo en el que se miran. Pero no somos, ni debemos pretenderlo, perfectos.
Es mejor siempre que hablemos de verdad de las cosas, nunca así nuestros hijos ppdrán sentirse traicionados si hemos sido honestos con ellos. Lo difícil será adecuar lo que les queremos contar a lo que realmente ha pasado. Pero os recomiendo que no olvidéis que los niños se están haciendo, no tienen los mismos sistemas concebidos que tenemos nosotros, por lo que a veces lo que a nosotros nos parece un drama, para ellos no lo es tanto.
Vamos a observarles, a darles mucho amor y mád que nunca a tener claros los límites, eso ayudará a que nos podemos volver a centrar lo antes posible.
Se que es un tema delicado, si te surje cualquier duda podemos hablar de ello.
Muchas gracias por leerme.

Jairo del Caño
Formador&Coach

miércoles, 3 de agosto de 2016

¿Preguntar o decidir?

Hola a todos

En estos días estoy de vacaciones, pero aquellos que me conocéis sabéis que para mí esto no es un trabajo sino una pasión. Por eso aunque estoy relajado en una piscina no puedo evitar darme cuenta de lo que está pasando a mi alrededor.
A mi lado tengo a un padre que acaba de decir que sus hijos hacen caso a cualquiera menos a él y claro desde mi posición resulta bastante fácil darse cuenta del por qué.
El padre en ningún momento está mandando a sus hijos o pidiéndoles las cosas de manera que ellos lo vayan a hacer, sino que les está  preguntando si quieren hacerlo, continuamente y claro los niños, cómo les das a elegir en todo momento, si quieren o no hacer algo, deciden que no,  que no quieren más merienda, que no quieren ponerse la gorra, que no quieren darse la prptección solar,  nosotros preguntamos y ellos responden.
Me da la impresión de que en ocasiones queremos ser tan "guays" qué olvidamos que aquellas cosas que les estamos diciendo a nuestros hijos que hagan es por su bien es decir el que se pongan la gorra se ve en la protección solar es para que no se quemen el que merienden es para estén sanos y nutridos no es un capricho nuestro por lo tanto no es el momento de darles a elegir si quieren o no hacerlo eso lo tienen que hacer ya buscaremos otras opciones otros momentos otras situaciones en las que podamos darles a elegir si quieren o no hacer algo o si prefieren ponerse un modelito u otro.
A mi modo de ver es muy importante que los hijos distingan claramente cuando les estamos dando alternativas y cuando no porque es lo que deben hacer.
No podemos esperar que nuestros hijos sean obedientes en otras situaciones en las que incluso puede estar en juego su salud o su vida si no somos capaces de que lo sean en un las situaciones normales cotidianas.
Cómo vamos a evitar que nuestro hijo un día cruce la carretera llena de tráfico si no conseguimos que en el día a día nosotros les decimos que hagan cosas que ellos tienen que hacer sí o sí. Es muy importante que distingamos claramente aquellas cosas qué son opcionales , que nosotros planteamos como una posibilidad, de aquellas otras que son obligatorias, es decir, si llevamos a nuestro hijo a poner una vacuna porque creemos lo que la medicina nos dice, que es adecuado para su salud, eso no lo negociamos, no nos vamos del médico sin poner la vacuna.
Por todo eso es importante que nuestros hijos entiendan la diferencia entre las cosas que tienen que hacer porque nosotros como padres, como adultos responsables de ellos, creemos que es lo correcto. Aquellas otras cosas que no implican un riesgo o una inseguridad para ellos podemos expresarlas de forma ditinta animandoles a participar y a tomar decisiones.
Seguimos probando y seguimos aprendiendo.

Feliz tarde.

Jairo del Caño
Formador & coach

viernes, 22 de julio de 2016

¡Pórtate bien!

Hola a todos:

Hoy vuelvo por aquí para escribirte una nueva reflexión, que como dice el título del título de la entrada, está relacionada con cuando les decimos a nuestros hijos que se porten bien.
Lo veo continuamente, les decimos eso sin explicarles nada más y claro, ¿vosotros creéis que tiene el mismo significado portarse bien para un niño de 3 años o de 5 que para un adulto?
Es mucho más conveniente que les digamos claramente lo que queremos que hagan y a poder ser en positivo: Quiero que recojas los juguetes, me gustaría que te lavases los dientes, me pongo contento cuando acabas toda la cena, es mucho mejor cuando estás aquí cerca de mi, etc. etc., tiene mucha relación con otros puntos que ya hemos tratado, vamos a darles una explicación clara de lo que queremos, a poder ser en positivo y sin amenazas, ni tampoco necesitamos sobornarles, ofrecerles grandes premios por cosas que deben hacer, porque nosotros se lo hemos explicado de forma que ellos puedan entender lo que esperamos de ellos.
¿Y si no se portan bien? pues eso, ¿qué hacemos si pese a decirles claramente lo que esperamos de ellos, hacen lo que se les antoja? pues bueno, como ya sabéis y vais comprobando, los castigos cada vez sirven de menos, además me cuesta decir, en caso de utilizarlos, cuál sería el modo y tiempo exacto y adecuado de aplicarlos.
Nuestros hijos si van a distinguir y entender claramente la emoción que provocan en nosotros, les va a encantar poder hacer algo que a nosotros nos provoque demostrarles ilusión, alegría, orgullo, etc. sin aspavientos ni sobre actuaciones, simplemente demostrándoles con nuestras palabras y especialmente con nuestro lenguaje no verbal, que esa conducta, que el hecho de haber hecho lo que se esperaba de ellos, me produce alegría. Cuando esto no pasa, cosa que puede ocurrir mucho al principio, vamos a mostrarnos lo más indiferentes posibles, de manera que evitemos compensarles con nuestra atención, aun enfadados, les estamos dedicando tiempo, atención, les estamos dando protagonismo y con esto estamos reforzando, sin querer, por supuesto, la conducta que no queremos que repitan. 
Me explico, no se trata de "pasar de todo" ni mucho menos de "dejar que hagan lo que quieran", sino de que vayan entendiendo cual es nuestra respuesta ante los actos que nosotros les hemos explicado que pretendemos de ellos y cuál es la respuesta cuando "se portan mal" (recordad que su criterio es siempre diferente del nuestro), siempre los niños van a tender a repetir la conducta que produce placer y aceptación en los demás, si la otra alternativa es que pasen de nosotros, muchas veces, incluso en lo adultos, la indiferencia es el mejor de los medios para que dejen de pasar las cosas. No siempre es fácil y se necesita tenerlo claro y ser coherentes. Pero os recomiendo encarecidamente que probéis y si os surge alguna duda os pongáis en contacto conmigo.
No debemos pretender que nuestros hijos se porten bien como nosotros esperamos, debemos pretender que sean lo más felices posibles y eso nos llevará a lo otro; pero sin confundir la felicidad inmediata, la satisfacción inmediata de sus deseos, que no necesidades, con que los niños se sientan queridos y comprendidos y sepan claramente lo que se espera de ellos.
¡Atrévete a probar!

Es un placer compartir contigo.

Jairo del Caño
Formador & Coach


Ahora que estamos en plena temporada de vacaciones os dejo el siguiente enlace, os lo comparto porque creo fírmemente en que educar con humor es posible y explicar las cosas con humor... también.

Feliz fin de semana





domingo, 12 de junio de 2016

Orden de prioridades

Buenos días:

Sigo en mi afán de observar todo lo que curre a mi alrededor, relacionado con el comportamiento que tenemos con nuestros hijos y por supuesto la respuesta que en ellos provoca cómo hacemos las cosas.
Hoy he titulado a esta entrada "Orden de Prioridades", porque de algún modo lo tenía que titular.
A raíz de algo que me pasó la semana pasada, he pensado sobre este tema y te voy a lanzar alguna pregunta para que, si realmente quieres, pienses sobre ello esta semana:
¿Realmente querías la maternidad/paternidad?
¿Tus hijos han mejorado tu vida, tu felicidad?
Ahora que sabes que son para toda la vida, y que no siempre es fácil... ¿Qué vas a hacer?
¿Qué te gustaría cambiar? ¿Y por qué no lo haces?

Y podríamos seguir preguntando cosas, sobre nosotros como padres... pero realmente... ¿Cuál es nuestra prioridad en estos momentos?, me gustaría que pensases de aquellas cosas que tienes, pareja, hijos, trabajo, hipoteca, coche, gimnasio, grupo de teatro, etc. Cuál es la más importante para ti en estos momentos, no me lo tienes que decir, no se lo tienes que decir a nadie, simplemente ser sincero contigo y ver que es lo que realmente te parece base de lo demás.
Hay varias opciones según cada persona, aunque nos parezca mentira así es y deberíamos clarificarlo, ¿es más importante tu bienestar económico que tu hija?, ¿Seguro?, ¿Cuanto tiempo dedicas a cada uno de los dos?.

Y como estas otras muchas preguntas que podemos hacer, no soy paidocentrista (el niño como centro de todo), pero si procuro que seamos coherentes, y como he dicho ya , no podemos esperar de los niños cosas que no ven en nosotros, es decir, si somos poco claros, nos cansamos pronto de insistir en aquellas cosas que sabemos que son fundamentales para nuestros hijos, si damos prioridad a quedarnos mas que a irnos aunque ya sería la hora. Si nos damos cuenta el lunes de que la niña está "insoportable" desde las 8 que nos hemos levantado. Si le decimos "qué malo te estás volviendo".

Si te identificas con alguna de las anteriores, te suenan o quieres evitarlas, establece las prioridades, todo se puede hacer, aunque evidentemente no todo igual, ahora como padres no vamos con nuestros hijos pequeños a las discotecas a las 3 de la mañana... pero sí conocemos el maravilloso mundo que se abre ante nosotros los domingos de invierno a las 7:50 de la mañana. Lo que antes era hora de llegada ahora puede serlo de salida.
 El día sigue teniendo 24 horas, no nos han quitado ni media, aunque a veces sintamos que nos falta el tiempo para todo. Eso sí, ha cambiado la forma en que las utilizamos, han cambiado las responsabilidades y las cosas de las que estar pendiente y ha cambiado también nuestra forma de ver las cosas, en ocasiones nos vemos haciendo aquellas cosas que siempre habíamos dicho que no haríamos.
En este punto, y ya para despedirme por hoy, os recuerdo una frase que me gusta " el corazón tiene razones que la razón no entiende". Ya la habréis escuchado, la mayor parte de las veces relacionada con el amor de pareja, pero para el amor que sentimos por nuestros hijos vale también, incluso más, porque a veces nos hace convertirnos en todo aquello que siempre habíamos jurado no convertirnos, aun así, podemos cuidar bien de nuestros hijos cuidándonos también a nosotros, porque solo así podremos ofrecerles lo mejor de cada uno de nosotros.

Feliz semana

Jairo del Caño
Coach&Trainer